COLOMBIAN HILLS
N.I.T.
42133177-9
DESCRIPCIÓN E HISTORIA
Ubicada en las verdes montañas de Guática, Risaralda, La Esperanza es una finca cafetera bendecida con suelos fértiles y un clima ideal para el cultivo del café. Sus suelos volcánicos, ricos en nutrientes, y las montañas bañadas en un mar verde crean el escenario perfecto para el cultivo de café. Sus propietarios son parte de una generación de tradición arraigada, a quienes el amor por el café y el campo se les transmitió de generación en generación. Para ellos, cada recolección de granos maduros, cada nuevo árbol y cada paso es una manifestación del amor por la tierra y el respeto por la naturaleza y la vida en el campo.
La finca cafetera La Esperanza en Santa Ana, Guática, tiene una rica historia que refleja la tradición cafetera de la región. Ubicada en el corazón del Eje Cafetero, esta finca ha sido testigo de más de 200 años de dedicación al cultivo del café, desde su fundación a principios del siglo XIX por Secundino Trejos y su esposa Margarita. Desde sus inicios, Finca La Esperanza se destacó como un lugar ideal para el cultivo del café. A lo largo de las décadas, la finca se ha ido expandiendo y modernizando, incorporando nuevas variedades de café y técnicas de cultivo más avanzadas. Esta evolución permitió a la finca adaptarse a los cambios en el mercado, mejorando constantemente la calidad de su producto.
Transición Generacional
En los años 1900, la finca pasó a manos de Benjamín, quien era hijo natural de Secundino. Benjamín siguió con el legado de su padre hasta llegar a una edad avanzada. Luego, decidió entregar la administración de la finca a sus tres hijas solteras. Estas mujeres, con un profundo respeto por el legado de su padre, se esforzaron por mantener las técnicas tradicionales y los valores que él les había inculcado. Sin embargo, reconociendo la necesidad de una gestión más vigorosa para asegurar el futuro de la finca, decidieron venderla a alguien de toda su confianza que pudiera continuar con el legado de su padre. Así fue como la finca pasó a manos de Gonzaga Blandón y María Alcira Tusarma, una de las nietas de Benjamín. Juntos han trabajado incansablemente durante más de 30 años para mantener vivo el espíritu y la pasión por el café que caracterizó a su fundador, y de igual manera pasar este legado a sus hijos y nietos.
La historia de La Esperanza no solo es un relato de supervivencia, sino también una inspiración sobre cómo las tradiciones pueden perdurar y evolucionar a lo largo del tiempo, manteniendo siempre vivo el amor por el café y el campo.